También llamada Fiebre de los Pantanos, Fiebre de la Montaña, Fiebre Lenta, Fiebre Malaria Equina o
Enfermedad de Coggins
La anemia infecciosa equina (AIE) es una enfermedad retroviral de los équidos, que se caracteriza por signos clínicos agudos y/o crónicos recurrentes, que pueden incluir fiebre, anemia, edema y caquexia en algunos animales. Muchos caballos presentan signos leves o inaparentes en una primera exposición y son portadores subclínicos del virus. Es probable que los propietarios, no se den cuenta de infección de sus animales, a menos que se realicen pruebas serológicas. Todos los caballos infectados, incluidos los asintomáticos, se convierten en portadores y son fuente de infección durante toda su vida. Los animales infectados deben ser sacrificados o deben permanecer aislados permanentemente de los otros équidos para evitar la transmisión.
La AIE es causada por el virus de anemia infecciosa equina (VAIE), un lentivirus de la familia Retroviridae (subfamilia Orthoretrovirinae). Se informó que el VAIE infecta a todos los miembros de la familia Equidae. Los casos clínicos se presentan en los caballos y ponis (Equss caballus) y han sido reportados en mulas. Algunas cepas virales adaptadas a los caballos se replican en niveles bajos sin presentar signos clínicos en los burros (E. asinus); sin embargo, evidencias no publicadas, sugieren que las cepas asiladas y, de pasajes seriados en burros, pueden ser patogénicas para esta especie.
El VAIE se transmite mecánicamente desde las piezas bucales de insectos picadores. En los caballos, este virus permanece en los leucocitos sanguíneos durante toda la vida, y también está presente en el plasma durante los episodios febriles. Los caballos sintomáticos son más propensos a transmitir la enfermedad que aquellos con infección inaparente. Después de posar sobre un portador asintomático, sólo 1 de cada 6 millones de moscas se convierte en un vector. También se han informado altos niveles de viremia en mulas, durante los estadios tempranos de la infección. Se han informado títulos significativamente más bajos en burros inoculados con ciertas cepas adaptadas a los caballos. Aunque otros insectos, incluidas las moscas de los establos (Stomoxys calcitrans) pueden transmitir el VAIE, los vectores más efectivos son las moscas picadoras de la familia Tabanidae, especialmente las moscas de los caballos (Tabanus spp. y Hybomitra spp.) y las moscas de los ciervos (Chrysops spp.). Las picaduras de estas moscas son dolorosas, y la reacción del animal es interrumpir la alimentación. La mosca intenta continuar alimentándose inmediatamente, en el mismo animal o en otro huésped que esté cerca, produciendo la transmisión de sangre infectada. El VAIE sobrevive durante un período de tiempo limitado en el aparato bucal de los insectos y tiene menos probabilidad de propagarse a huéspedes que están más lejos. El virus también puede transmitirse por transfusiones de sangre o mediante agujas, instrumentos quirúrgicos, y flotadores dentales contaminados. Se ha informado que persiste durante 96 horas en agujas hipodérmicas. El VAIE también puede transmitirse de una yegua a su potrillo in útero.
Podrían ser posibles otras vías menores de transmisión. El VAIE no parece excretarse por saliva u orina. Sin embargo, se puede encontrar en la leche y el semen, y los caballos pueden infectarse mediante la inoculación de estas secreciones en forma subcutánea. Se ha informado que es posible la transmisión a través de la leche en algunos potrillos lactantes. Aunque la transmisión venérea parece no ser la vía principal de propagación, un semental aparentemente, le transmitió el virus a una yegua con un desgarro vaginal, durante el apareamiento. El período de incubación es de una semana a 45 días o más. Algunos caballos permanecen asintomáticos hasta que sufren algún estrés.
Los signos clínicos de la forma aguda de la AIE, generalmente son inespecíficos. En algunos casos, en caballos, el único signo es la fiebre, que a veces va acompañada de inapetencia transitoria. En los casos leves, la fiebre puede durar menos de 24 horas. Los caballos más severamente afectados pueden debilitarse, deprimirse y permanecer inapetentes, con signos adicionales tales como ictericia, taquipnea, taquicardia, edema con fóvea ventral, trombocitopenia, petequias en las membranas mucosas, epistaxis o heces sanguinolentas. Puede producirse anemia, aunque es más probable que sea grave en los animales crónicamente afectados. En ocasiones, los caballos se enferman gravemente y pueden morir durante la fase aguda. Después de la enfermedad inicial, la mayoría de los caballos se pueden convertir en portadores asintomáticos; sin embargo, algunos animales desarrollan signos clínicos recurrentes que varían desde enfermedad leve y falla en el crecimiento a fiebre, depresión, hemorragias petequiales en las membranas mucosas, pérdida de peso, anemia y edema dependiente. Las infecciones inaparentes pueden convertirse en sintomáticas cuando ocurren otras enfermedades simultáneamente, estrés severo o trabajo intenso. Es posible que ocurra la muerte durante estos episodios febriles. En caballos con infección crónica, se han informado casos de lesiones oftálmicas, caracterizadas por
despigmentación con vasos coroidales prominentes. Es menos probable que los burros y las mulas desarrollen signos clínicos. Las mulas pueden infectarse asintomáticamente, pero se han informado casos con signos típicos de AIE en algunos animales infectados en forma natural o experimental. El bazo, hígado y los ganglios linfáticos pueden estar agrandados y las membranas mucosas pueden estar pálidas. En los casos crónicos, también se puede observar emaciación. Con frecuencia se puede observar edema en los miembros y a lo largo de la pared abdominal ventral. Se pueden observar petequias en los órganos internos tales como el bazo y el riñón. También se han informado casos de hemorragias en las mucosas y las vísceras y trombosis en los vasos sanguíneos. Los caballos con infección crónica que mueren entre episodios clínicos, generalmente no presentan lesiones macroscópicas importantes, pero algunos animales pueden presentar glomerulonefritis proliferativa o lesiones oculares. La tasa de infección varía con la región geográfica. La transmisión del virus está influenciada por la cantidad y las especies de moscas involucradas, sus hábitats, la densidad de la población de caballos, el nivel de viremia en el huésped y la cantidad de sangre transferida. Las infecciones son más comunes en regiones húmedas y pantanosas. Se han observado índices de seroprevalencia de hasta el 70% en establecimientos donde la enfermedad ha sido endémica durante muchos años. El índice de morbilidad y la gravedad de los signos clínicos están influenciados por la cepa y la dosis del virus, y por la salud del animal. Es más probable que los caballos desarrollen signos clínicos, que los burros o las mulas, aunque muchos caballos se infectan de forma subclínica. Con frecuencia, la presencia del VAIE en una manada pasa desapercibida hasta que algunos caballos desarrollan la forma crónica de la enfermedad o se realizan las pruebas de rutina. Se han informado epizootias con altos índices de morbilidad y mortalidad aunque, los casos de muerte no son frecuentes en los caballos infectados naturalmente. La inoculación experimental con una dosis viral alta puede producir índices de mortalidad de hasta el 80%.
Diagnóstico
Clínico
La AIE debe estar entre las diferenciales, en casos particulares de caballos que presentan pérdida de peso, edema y fiebre intermitente. También se debe considerar cuando varios caballos padecen fiebre, anemia, edema, debilidad progresiva o pérdida de peso, especialmente cuando se han incorporado nuevos animales a la manada o ha muerto un integrante de la misma.
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial incluye otras enfermedades febriles, como la arteritis viral equina, púrpura hemorrágica, leptopirosis, babesiosis, estrongiloidosis o fasciolosis grave, intoxicación con fenotiazina, anemia hemolítica autoinmune y otras enfermedades que causan fiebre, edema y/o anemia.
Análisis de laboratorio
Generalmente la AIE se confirma mediante pruebas de serología. Cuando el animal se infecta, se convierte en portador de por vida. Las 2 pruebas serológicas comúnmente utilizadas son la prueba de inmunodifusión en gel de agar (AGID o Coggins) y los ensayos por inmunoabsorción ligados a enzimas (ELISA). Los caballos son generalmente seronegativos a la prueba AGID durante las primeras 2-3 semanas después de la infección; en algunos casos, es posible que no desarrollen anticuerpos hasta después de los 60 días. Los ELISAs pueden detectar anticuerpos antes que la prueba AGID y son más sensibles, pero es más probable que ocurran falsos positivos. Por ese motivo los resultados positivos por ELISA se confirman con la prueba AGID o con inmunotransferencia (Western blotting). La limitada evidencia experimental sugiere que la producción de anticuerpos puede demorarse en el caso de los burros y las mulas. Las pruebas de transcriptasa reversa de reacción en cadena de la polimerasa (RT-PCR) también pueden utilizarse para detectar la infección en los caballos. Estas pruebas son importantes para determinar el estado de la infección de los potrillos nacidos de yeguas infectadas, ya que los animales jóvenes pueden presentar anticuerpos maternos hasta los 6-8 meses de edad. Las pruebas de PCR también se pueden utilizar para complementar o confirmar las pruebas serológicas, en particular, cuando existen resultados dudosos, o cuando se sospecha de la existencia de una infección, pero la serología da un resultado negativo o equivocado (por ej. en la etapa temprana, cuando no se han desarrollado los anticuerpos). Además, esta técnica asegura que no se infecten los donantes de sangre y los caballos utilizados para la producción de vacunas o antisueros, no estén infectados. La RT-PCR parece ser un método efectivo de diagnóstico tanto en mulas como en caballos.
En general, no se requiere el aislamiento del virus para realizar el diagnóstico, aunque se puede hacer. El VAIE puede encontrarse tanto en el plasma como en los leucocitos sanguíneos durante los episodios febriles; entre estos períodos, este virus está asociado a las células. El aislamiento del virus se realiza en cultivos de leucocito equinos. Como es difícil, cultivar estas células, es posible que esta prueba no se encuentre disponible en todos los laboratorios. La identidad del virus se puede confirmar mediante pruebas de ELISA antígeno- específicas, test de inmunofluorescencia o PCR. Si el estado inmunitario de un equino no se puede determinar mediante el uso de otros métodos, se
puede inocular sangre en un caballo susceptible. Los anticuerpos y los signos clínicos en el animal de prueba son controlados por, al menos 45 días.
Muestras a recolectar
Se debe recolectar suero para la serología. Se toman muestras de sangre para RT-PCR, aislamiento viral o la inoculación de un animal “de prueba”. Medidas Recomendadas frente al diagnóstico de AIE (pdf adjunto)
Control
Muchos países tienen programas de control que requieren que los equinos sean evaluados para la AIE. Para mantener a una manada libre de AIE es útil realizar pruebas voluntarias de los equinos de un establecimiento y pruebas en animales nuevos antes de su ingreso. No existe vacuna disponible. Los equinos infectados se convierten en portadores de por vida, y deben permanecer aislados de otros animales susceptibles o ser sacrificados. Los reactores solo pueden transportarse entre estados, si son llevados a su establecimiento de origen, a un matadero o a un establecimiento de diagnóstico o investigación, y deben ser trasladados bajo condiciones de cuarentena. Además, la mayoría de los estados requieren que los reactores estén marcados, si permanecen dentro de los mismos. El riesgo de transmisión de los portadores varía, pero como es imposible cuantificar el riesgo, todos los caballos infectados son tratados de manera similar. Yeguas portadoras asintomáticas pueden parir potrillos no infectados. El riesgo de infección congénita es mayor, si la yegua tiene signos clínicos antes de parir. Los potrillos nacidos de yeguas infectadas, deben ser aislados de otros équidos hasta que se determine que
están libres de infección. Durante un brote epidémico, la fumigación para controlar los insectos vectores, el uso de repelentes de insectos y de establos protegidos de insectos, puede facilitar la interrupción de la transmisión. La ubicación, de los animales en grupos pequeños, separados por al menos 183m, puede ser beneficiosa cuando el virus puede transmitirse dentro de un establecimiento. Se debe tener cuidado, para evitar la transmisión iatrogénica. En los países donde la AIE no está presente, se contienen los brotes mediante cuarentenas y controles de movimiento, seguimiento de los casos y vigilancia. Los virus envueltos como el VAIE son destruidos rápidamente por los desinfectantes más comunes. El virus no persiste en los insectos, que son vectores mecánicos.
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Fuente: The Center for Food Security and Public Health, Iowa State University and Institute for International Cooperation in Animal Biologics, College of Veterinary Medicine, Iowa State University. Agosto, 2009.